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Sexta Edición
20 de junio de 2016
Viaje a Méjico
Gracias a un concurso organizado por International Schools Partnership en el cual había que escribir una redacción con
el título “Mi life, my responsibilities and our future”, un alumno de cada colegio LAUDE tuvo la oportunidad de viajar
durante dos semanas con todo pagado a la capital de México y disfrutar allí de la estancia con una familia y la
experiencia de ir al colegio con tu compañero de acogida; yo fui una de las afortunadas. Del 5 al 19 de abril me
embarqué en esta gran aventura en la cual conocí a muchísimas personas maravillosas, visité sitios asombrosos y viví
experiencias inolvidables.
Todo comenzó en el aeropuerto de Madrid, Barajas, al que fui desde Jerez previamente. Allí, nos reunimos todos los
alumnos ganadores de este magnífico premio, gente desconocida de distintas edades y de distintos lugares de España
e Inglaterra, ocho en total. He de admitir que al principio estaba llena de nervios, tanto por mis nuevos compañeros
españoles como por los mexicanos; no sabía cómo iba a ser, al fin y al cabo, eran completos desconocidos para mí. A
pesar de eso, nada más conocerles, comenzamos a coger una confianza inmediata, movidos por el nerviosismo y el
entusiasmo, empezamos a hacernos grandes
amigos en cuestión de horas. Todo esto se vio
aumentado por el hecho de tener que compartir
un avión durante doce horas y, lo cierto, es que
tanto tiempo da para mucho, e incluso para unir
personas de por vida.
Una vez llegados a México D.F y agotados por
tan arduo viaje, nuestros anfitriones mexicanos
nos dieron una gran y calurosa bienvenida; mi
familia incluso me entregó una rosa. Los nervios
que sentí previamente se vieron completamente
anulados por la tan familiar acogida que me
dieron desde el minuto cero; me sentí como en
casa al instante. Esa primera noche mi familia me
llevo a comer los famosos tacos mexicanos a un
restaurante, donde coincidimos con otra familia y con su español de acogida. Una vez llegados a casa no me podía
creer donde me encontraba, lo feliz que estaba y las ganas que tenía de seguir viviendo esta experiencia, y eso que
no hacía más que comenzar.
A
la mañana siguiente fui al colegio con mi anfitriona, donde pude conocer a todos sus amigos y profesores y
comprender cómo funciona el sistema educativo en México y las similitudes y diferencias con respecto al español. Al
mediodía, la directora del centro nos dio un tour a todos los españoles por las instalaciones, las cuales he de decir eran
asombrosas. El colegio, Thomas Jefferson, se dividía en tres partes: primaria, secundaria y preparatoria (el
equivalente al bachillerato), cada una en un edificio distinto, cada uno con distintos colores, plantas, azoteas y
cafeterías. Algo que me llamó mucho la atención desde el primer momento fue lo cariñosa y amable que era la gente,
como si todos se moviesen por un espíritu altruista y les naciese de dentro ayudar a todo el mundo y hacer lo que
estuviese en su mano para que todos se sintiesen cómodos a su lado; jamás había visto ni conocido a personas tan
bondadosas y tan dispuestas a conocerte y ser tu amigo a pesar de las diferencias que puedan hallar en la otra
persona.