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Cuarta Edición
22 de diciembre 2015
OPINIÓN
Halloween... ¿hasta qué punto?
Es evidente que la globalización ha traído consigo numerosas ventajas y ha dado a conocer numerosas
culturas y formas de vida en un ínfimo período de tiempo inimaginable hace unos años, encontrándonos
gracias a Internet, principalmente, a un solo click de la información deseada. Esta es pues, la principal
causa de que las culturas de cada país se encuentren sumidas en una continua erosión de sus límites,
pudiendo ser llevadas costumbres o tradiciones de una nación en particular a otras naciones que no
tienen ninguna relación con ésta. Pero, ¿qué aliciente lleva a estos países a celebrar tradiciones no
autóctonas, a parte de la globalización?
!
El término que hoy conocemos como Halloween se celebraba ya hace más de 3000 años por los Celtas,
un pueblo guerrero que habitaba en zonas de Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia. En esta fecha (el
31 de octubre) los celtas celebraban el fin de año con el Samhain, una fiesta de carácter pagano de la
que tomó su nombre. Teniendo en cuenta la procedencia de esta tradición anglosajona, lo más probable
es que lleguemos a plantearnos por qué se celebra en España con la misma naturalidad con la que se
celebraría en países como Inglaterra, Irlanda o
Estados Unidos, en los que la festividad posee una
fuerte influencia, como es natural. El gran aliciente
para celebrar Halloween, por pura lógica, es el
consumismo. Éste es el responsable de los beneficios
producidos por parte de los comerciantes a la hora
de vender todos los artilugios imaginables que, en
mayor parte, el sector más joven de la población
adquirirá. Pero es aquí donde nace la controversia:
¿No distorsiona el consumismo excesivo la visión de
toda celebración, orientándola únicamente hacia el
beneficio económico? La respuesta es sí: además de “festejar” una tradición no procedente de nuestro
país, es llevada cabo desde un punto de vista erróneo. La imagen de Halloween termina completamente
distorsionada: fantasmas, cuerpos sangrientos, calabazas y otros muchos elementos desagradables (por
no hablar de los propios disfraces) cuando ésta es una simple tradición pagana que nació con el único
fin de alejar a los malos espíritus de los cuerpos de los amigos y familiares difuntos.
!
Teniendo en cuenta todos estos factores, me pregunto qué será de las tradiciones características de
cada país en unos años, afectadas por el devastador efecto producido por el lado oscuro de la
globalización. ¿Llegaremos en algún momento a olvidar el verdadero motivo de fiestas más importantes
como la Navidad, eclipsada por el consumismo, o realmente está este fenómeno teniendo lugar ya en
nuestros días?
Enrique Vélez (1º BACH).